martes, 28 de enero de 2014

Ven. Y voy...

Buenas noches queridos Pitufines:

“Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven”
No, no estoy hablando del bolero de los Panchos ni me voy a poner a cantar, se trata del tercer libro de Albert Espinosa.

Me lo leí hace ya algún tiempo y ahora que lo he vuelto a leer me he dado cuenta que en su día no comenté nada acerca de él por estos lares. La verdad es que es una lástima porque podría haber comparado lo que en su momento opiné y lo que opino a día de hoy acerca de él.

Cuando en su día leí el título del libro lo primero que pensé fue: “¡No puede ser!”. Seguido de un “Tenías que ser tú”

Y es que se te queda cara de boba cuando ves plasmada en la portada de un libro una frase que una vez formó parte de tu vida y, probablemente, eso fue lo que hizo que cogiese este libro con tantas ganas.

A día de hoy la casualidad del título del libro es algo que me sigue fascinando pero su contenido, una vez que lo lees por tercera vez, va perdiendo fuerza.
En este ciclo de Albert Espinosa me he dado cuenta de que si entre libro y libro dejas varios meses de espacio, la opinión sobre ellos es satisfactoria pero al leerlos de seguido… el leerlos de seguido está haciendo que mi mente de pitufa perversa salga a la luz.



“¿No deseas poder ser feliz en todos los aspectos de tu vida…? ¿No tener que aceptar nada que no te agrade…? ¿Sentir que la vida es controlada por ti en lugar de ir a rebufo de ella en el vagón 23…?”
Con esas preguntas Dani, nuestro protagonista, comienza a contarnos su historia.

Voy a desvelar cosas de la trama así que si no habéis leído el libro tened mucho cuidadillo (menos mal que los cuatro gatos que me leen ya selo han leído XD)

Dani es un hombre cuya vida acaba de darle una bofetada: su pareja no puede más y le deja.
Para entender el motivo que le ha llevado a su pareja a tomar tal decisión nos tenemos que remontar a su infancia, y es que Dani no era un niño normal. Sus padres eran enanos, su hermano mayor también era enano y, por consiguiente él también. Pero un día le prometió a su madre que crecería, crecería por ella, para que se sintiese orgullosa de su “gigantón” y, lo cierto, es que ese día llegó, pero era demasiado tarde ya que sus padres murieron en un accidente de tráfico y su madre nunca pudo ver como su hijo se hacía grande.
A partir de este momento su hermano mayor tuvo que empezar a hacerse cargo de Dani pero su hermano le odiaba porque pese a ser el pequeño de los dos tenían prácticamente la misma altura y el odio que recibía de parte de su hermano fue lo que le impulsó a huir por segunda vez.

Es curioso como cuando la vida nos da la espalda vienen a nuestra mente recuerdos de personas que formaron parte de ella  y que teníamos guardado en un rincón de nuestra pequeña cabecita.
Y  eso es justamente lo que le pasa a Dani, que a raíz de la “discusión” con su pareja llegan a su mente dos personas que llegaron a su vida cuando más lo necesitaba.
Uno de ellos es el Señor Martí, su compañero de habitación en el hospital cuando lo iban a operar de amígdalas (no comentaré nada de su amor platónico porque la verdad es que tiene su tocaico) y quién le descubrirá la isla de Capri lugar al que marchará en su segunda huída y en cuyo trayecto hasta ella conocerá a George, la segunda persona que marcará parte de su vida (otro al que hay que mirar con lupa)

A todo esto, no he comentado todavía a qué se dedica nuestro “joven Dani”.
En su niñez se convirtió en todo un experto en huídas así que decidió dedicar su vida a encontrar niños desaparecidos.
La casualidad quiso que el mismo día de la ruptura con su pareja recibiese una llamada de un padre desesperado porque su hijo había desaparecido y, aún más casualidad, que la llamada fuese desde la Isla de Capri y lo que ya fue una casualidad del todo es que el niño desaparecido llevase por nombre Izán, nombre que le iban a poner al hijo que no habían podido tener.

Llegados a este punto todas las piezas comiezan a encajar para formar un puzle repleto de frustraciones de la infancia (hay que recordar lo de su enanismo), miedos e inseguridades.

Para terminar os dejo una pequeña parte de una conversación de la mujer que le gustaba demasiado los boleros de Los Panchos:

"[...] Lo segundo y más valioso para llevar tuvida adelante es que debes darte cuenta de que nos hemos pasasdo la vida desde pequeños respondiendo a la pregunta "qué me gusta".
Qué me gusta de comida, de ropa, de juguetes, de estudios, de trabajo, de amistad, de amor, de sexo...
Y ése "qué me gusta" marca nuesto mundo. Da la sensación de que si nos gusta algo es un indicador de un rumbo o un deseo, y debes saber que no.
Lo que nos gusta no es nuestro camino, ni tampoco lo que no nos gusta. A veces el rumbo puede estar en lo que nos provoda indiferenci, en aquello que no nos apasiona ni aborrecemos.
Entiende esto... Has de confiar en ti, no es lo que crees que te gusta a ti... La senda no la marca lo que te gusta a ti, sino que la marcas tú..."

He de admitir que en cierto momento me he sentido identificada con el personaje, pero es algo que esta Pitufa se queda para ella misma. 


¡Nos Pitufamos!

P.D. En breve un entrada especial desgranando el lado oscuro de algunos de los personajes de Albert Espinosa... ¡¡Chan Chan Chan!!

1 comentarios:

Miri dijo...

Definitivamente voy a titular un futuro post "El experimento Espinosa", porque lo que hemos hecho es un poco heavy. Y es que vas a tener razón en lo que dices. Leerlos tan seguidos nos saca la vena criticona y dura (yo lo he hecho en mi último post), cosa que quizá suavizaría o eliminaría del todo una lectura mas espaciada en el tiempo. Va a tener mucha gracia la reunión, porque vamos a poner de manifiesto nuestros altibajos emocionales con la lectura de su obra. Va a ser una reunión de locos! jajajaja promete la cosa. Porque claro, yo iba a defenderlo a muerte, pero de repente me decepciona y le veo defectos (acrecentados tras leer aquel post de Factor Crítico que me mandaste... jajaajaa) En fin, que va a ser gracioso. Por cierto, ahora que te has refrescado la memoria con este libro, te espero en mi post xD

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