domingo, 8 de junio de 2014

Amor marino

Buenos días queridos Pitufines:

"Si estás deprimido, tienes que leer este libro. Y si no, también"

Esta frase es la que se puede leer en la portada del último libro de Christopher Moore, "El monstruo que amaba a las gasolineras"

"Nos trasladamos a Pin Cove, un pueblo como otro cualquiera con sus habitantes y sus problemas, sus bares, su sheriff, su policía, su biólogo, su estrella, su psiquiatra, su ex estrella de las películas de serie B de Kendra: la nena guerrera, su monstruo marino... ¿Monstruo marino?
A raíz del suicidio de una habitante del pueblo y paciente de la psiquiatra Val, ésta decide sustituir, con ayuda del farmacéutico del pueblo, los antidepresivos por placebo, ya que se ha dado cuenta que en lugar de escuchar los problemas de sus pacientes, se ha estado limitando únicamente a recetar Prozac a diestro y siniestro.
Este hecho provoca que la clientela del club de blues local se dispare. Pero esta melancólica música también ha atraído a un ser un tanto peculiar: una especie de lagarto gigante que siente atracción por los camiones de combustible.
Así de repente, en el pueblo de Pin Cove se ha dado rienda suelta a la líbido de un modo salvaje y para colmo una ola de crímenes asola el pueblo, crímenes que tendrá investigar Theophilus Crowe, el policía de Pin Cove mientras lucha por reprimir sus instintos sexuales."




Y hasta aquí puedo leer.
Es una comedia divertida, excéntrica, con personajes muy variopintos y si encima tiene como protagonista a un lagarto gigantesco que le gusta mantener relaciones sexuales con camiones de gasolina, no se puede pedir más.

Disculpad mi breve reseña pero tengo que ir a dispensar los medicamentos recetados por la psiquiatra de Pin Cove.

¡Nos Pitufamos!

viernes, 6 de junio de 2014

Siempre en mi mente

Buenas noches queridos Pitufines:

La verdad es que no sé muy bien por dónde empezar. Creo que, por una vez, necesito plasmar lo que el día de hoy significa para mí.

No soy muy dada a expresar mis sentimientos, lo que de verdad me afecta... pero por una vez voy a hacer una excepción y creo que me va a venir bien porque lo cierto es que nunca hablo de esto con nadie.

Hoy hace 10 años que falleció mi padre de la  enfermedad que está tan de moda desde hace ya unos cuantos años: cáncer.

Recuerdo que el día de antes iba a salir por la noche con unos amigos cuando llegó a casa mi madre llorando. No entendía nada porque sí, estaba más debilitado a causa de la quimio, pero también es verdad que el cáncer de pulmón le había disminuído. Claro, lo que yo no sabía es que tenía metástasis, hasta ese día.
Llamé por teléfono a mi amiga para decirle que no podía quedar y me puse a llorar. A saber la clase de llanto que tendré que me tuvo que preguntar si estaba llorando o riéndome.

Al día siguiente, domingo día 6, a eso de las siete de la mañana tocan al timbre. Era mi tío. Fui a la habitación de mi hermano para que se despertara con mi tío y en ese momento, entre lágrimas, mi tío nos dío la noticia.
Recuerdo que me abracé llorando a mi tío y el resto lo tengo borroso.
No recuerdo que hice hasta que llegué al hospital con mi hermano. 
En la habitación estaba mi madre, mi tía que había venido unos días antes de Barcelona y mi padre en la cama del hospital ya sin vida.
En ese momento me puse llorar y me acerqué a darle un beso.
Lo demás vuelve a estar borroso hasta que llegamos al tanatorio donde nos esperaban familia, vecinos, amigos del bar de mi padre...
Si algo tenía mi padre es que, pese a tener un fuerte carácter, todo el mundo le quería.

En el tanatorio creo que fué cuando crecí de repente. Todo el mundo diciéndome que yo tenía que ser la fuerte, que ahora me tocaba estar con mi madre...
"Ser fuerte, ser fuerte, ser fuerte"
Ese día acepté el rol de la frialidad con lo que respecta a la vida y así intento seguir llevándola, desde la frialidad, evitando que las situaciones me afecten y, si lo hacen, que se note lo menos posible.


En fin, como ya he dicho al principio, de todo esto han pasado ya 10 años y es curioso como cada vez tengo el recuerdo de mi padre más presente. 
En alguna que otra ocasión en mi casa me han dicho que me parezco mucho a él. La manía de hablar con un tono de voz bastante elevado, entrar al baño a oscuras, arrancarme los pelos de las cejas con los dedos, el que me guste discutir...
Mi padre siempre decía que las discusiones que tenía conmigo era lo que le daba la vida. Ojalá hubiese servido de algo.

Al poco de fallecer, un amigo del bar de mi padre me dijo que siempre estaba hablando de mí y que era la niña de sus ojos, su coneja, su petisuis...

Puede que no fuese el mejor marido del mundo pero para mí fué el mejor padre. Cuando no podíamos salir toda la familia un domingo a pasear porque mis padres tenían muchas obligaciones, mi padre me cogía y me llevaba a cualquier sitio: al castillo, a ver los partido del Lucentum cuando era el Ernesto electrodomésticos, al puerto a ver los barcos, a pasear por la Explanada, en una ocasión nos fuimos los dos a Cuenca...
Y, no sé porqué, pero le gustaba comprarme ropa interior XD XD. La verdad es que los sujetadores más bonitos que he tenido me los regaló él.

Si os digo la verdad, en muchas ocasiones siento envidia de mis primas. Porque pese a todo yo fui quien menos le disfrutó. Mis primas pudieron disfrutar de él cuando mis padres no tenían hijos ni obligaciones que atender. Son muchos los momentos que ellas siempre tendrán grabadas en su memoria de excursiones que hacían con él, de abrazos, besos y caricias.
17 años, solamente 17 años lo pude tener.

Pero bueno, la vida es así. Justo en el momento en el que podíamos empezar a hacer cosas en familia y sin tener obligaciones es cuando pasa todo, y tan rápido...

Llegó el momento de  ponerle el punto y final a este día.
Espero que, aunque no lo decía, sepa que le quería y le quiero y que no hay un solo día que no me acuerde de él.

¡Nos Pitufamos!